CRISIS DE SENTIDO
Santos Doroteo Borda López
18/03/2023

El hombre se pregunta por el sentido de su vida. ¿Por qué existo? ¿Para qué? ¿Por qué las cosas no llenan mi corazón? Por ser hombre, compuesto de alma y cuerpo, y porque la inteligencia humana es un “chispazo de la inteligencia divina” (San Josemaría), el ser humano se sabe que no es la explicación ni de las cosas ni del mundo en que habita… Es más, percibe en su yo profundo su total dependencia.

El hombre viene al mundo con una finalidad y un objetivo inscritos en su naturaleza: ser feliz, buscar la felicidad. Sin embargo, ninguna cosa del mundo lo puede satisfacer; sino sólo el conocimiento y el amor de Dios. Eso quiere decir que la grandeza del ser humano radica no en poseer y en tener cosas, sino en ser (Juan Pablo II). Ser honesto, ser generoso, ser trabajador, ser honrado, ser buen hijo, ser buen ciudadano…

En los últimos siglos, surgieron ideologías y humanismos horizontales sin referencia a Dios. En ellos, el concepto del ser humano es demasiado poco, hasta ser considerado una data y un simple objeto de consumo.

Por otro lado, hoy en la era digital presumimos de civilización. Contamos con muchos adelantos técnicos y parece que ya llegamos al cénit de la humanidad. Pero como hace tres o cuatro mil años el corazón humano sigue siendo soberbio, envidioso, lascivo, avaro… Hemos valorado más el tener que el ser. En este sentido, el hombre no ha progresado. Parece que ha empeorado.

¿Es posible el cambio social sin cambiar a las personas? ¿Es posible el desarrollo de nuestro País sin ética y sin moralidad?

Sin ética y sin moralidad ningún gobierno logrará el ansiado desarrollo social y humano. Recordemos que la pobreza no es sólo económica; radica la pobreza ante todo en la escasa educación ayuno de valores.

Es más. La corrupción y la inmoralidad ahondan más la crisis humana. Los hombres carecen de horizontes de referencia, y todo da igual… Estamos sumidos en la indiferencia. Ya no importa la familia, la seguridad ciudadana y la gobernabilidad.

Este tiempo de Adviento, Juan el Bautista se presenta en el desierto e insta a preparar los caminos del Señor. Pero el desierto no es sólo el geográfico sino que significa la crisis de sentido, la vaciedad y la amargura de los hombres. Pero precisamente por ello, el desierto es también el lugar de las grandes teofanías, el lugar donde se manifiesta Dios. Si estás pasando por un desierto, estás en el mejor momento de tu vida.

Estamos en Adviento, y viene el Señor. Preparemos sus caminos. El Bautista nos propone confesar los pecados y recibir el bautismo de conversión. Eso quiere decir renovación personal, cambio de mentalidad.

Por otro lado, los teólogos hablan del tiempo como kairós, “el tiempo de Dios, el momento oportuno”. En este sentido, estamos en los tiempos divinos. Este tiempo que vivimos es el mejor tiempo histórico para renovar nuestras vidas. Es el mejor tiempo para amar. Es el mejor tiempo para decir te quiero… Estamos en el mejor momento para la Nueva Evangelización… Debemos insuflar el mundo con el espíritu de Cristo, siendo hombres y mujeres de fe en las estructuras sociales: familia, trabajo, economía, política, deporte…

La pregunta esencial del ser humano por el sentido de su vida y de su existencia es respondida plenamente por Jesucristo. Pero esto no lo saben bien los mismos católicos. ¡Cuánto trabajo nos queda por delante!

De esa respuesta fundamental depende la vida que llevemos.

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